Lamina Escolar de la Cultura Chavin

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CULTURA CHAVÍN

CERÁMICA

La cerámica chavínica es otro aspecto interesante. El alfarero de Chavín logró dominar la arcilla fina y sin moldes, dándole forma y pulimento.  Su cerámica es bella e inconfundible. Su color es negro, pero también empleaban algunas veces el color naranja pálido. Rarísimas veces se encuentra vasijas de superficie negra decoradas con rojo.  Adornaron sus vasijas con incisiones y punteados en su superficie que representan felinos, serpientes, gavilanes, cóndores y buitres.  Hay ceramios de distintas formas como cántaros globulares con asa estribo, botellas, cuencas, ollas, platos, etc. También confeccionaban vasos de piedra.

METALURGIA

Chavín representa la época que da inicio al uso de los metales. La producción metalúrgica comienza con el oro y casi simultáneamente con el cobre nativo en sitios ligados a Cupisnique, Kunturwasi y Chavín.

Las láminas de metal, martilladas, presionadas, repujadas o trabajadas con instrumentos con punta o filo, eran finalmente convertidas en lienzos sobre los que se grababan o destacaban figuras o diseños de los estilos propios de la época.  Estas láminas eran entonces dobladas o unidas con ayuda del fuego o simplemente también del martilleo y así eran convertidas en coronas, orejeras, narigueras, collares, pectorales, cinturones, brazaletes, ajorcas y otros adornos, casi todos dirigidos a ser parte del ornato o del vestir personal.

ARTE LÍTICO

El arte lítico chavinense no es propiamente escultórico, pese a que existen más de cien esculturas de cabezas monstruosas, humanas, de animales, etc. Se trata en realidad de un manejo de superficies planas, en donde se graban imágenes relacionadas con el culto. Es un arte asociado a la arquitectura, aunque algunas piezas son obviamente independientes de ella, como es el caso del ídolo principal, que si bien está dentro del templo, obviamente fue esculpido con independencia de una función de columna, enchape de muro, viga, cornisa o algo similar; ocurre igual con piezas como el «Obelisco Tello».  Otras piezas que destacan son las esculturas como las que apreciamos en la imagen, el vaso de piedra, con representación felínica ala derecha y la escultura lítica de la izquierda representando a un felino (ambos en el Museo de Arqueología y Etnología UNMSM).

CULTURA CHAVÍN (UBICACIÓN GEOGRÁFICA Y ASPECTOS DE LA VIDA DE LOS CHAVINENSES)

La cultura Chavín abarcó una extensión territorial sumamente amplia, por eso precisamente se le llama Horizonte. Comprendió costa y sierra. Por el norte llegó hasta el valle del río Piura y la provincia de Jaén en el departamento de Cajamarca. Por el sur hasta la hoya del río Grande (en Nazca) .

Por el este alcanzó hasta los ríos Marañón y Mantaro. Y por el oeste hasta las mismas del litoral costeño, cubrió pues los departamentos de Piura, Lambayeque, La Libertad, Ancash, Lima, Ica, Cajamarca, Huánuco, Pasco, Junín, Huancavelica y Ayacucho. Cronológicamente se desarrolló entre los años 1000 a 400 a.C., es decir, tuvo una vigencia de aproximadamente 600 años.  En la costa, la gente vivió en valles formados por ríos que bajan en la sierra, en cuyos bordes sembraban.

Practicaron una pesca muy activa en el mar. En estos valles existían bosques donde proliferaban venados, perdices, zorros, pumas y otros animales. La sierra en cambio, con orografía abrupta, con valles, quebradas y cerros donde sí llueve, le permitió una agricultura a base de secano.

Y los varios climas intermedios que existen en esta zona le permitió tener una flora y fauna muy diversificada. El maíz se convirtió en la sierra, la planta básica de la alimentación, por lo que las aldeas fueron instaladas cerca de los terrenos de Cultivo. En la costa el agro también fue lo primordial, si bien aquí nunca fue abandonado el consumo de pescado y mariscos.

Los peruanos de la época de Chavín conocieron el vestido a base de tela; usaban una especie de camisones que terminaban en flecos; también cinturones y tocados de pluma para adornar sus cabezas. En cuanto al tejido, supieron confeccionar gasas, brocados y tapices. Trabajaron el oro mediante el martillado y el repujado. Gustaban llevar adornos en las orejas, narices, dedos y muñeca de la mano y, asimismo pectorales. Conocieron el lapislázuli, la turquesa y caracolas marinas, con los que elaboraban adornos.

Incluso se han hallado instrumentos musicales, tales como pututos o bocinas hechos de grandes caracolas traídas de los mares que quedan frente al Ecuador, lo que a su vez indica una actividad comercial hasta esas zonas.

Tenían morteros para triturar, manos de batán y algunas armas (macanas, porras, hondas, estólicas, lanzas, arcos y flechas), que fueron sobre todo para la caza y, posiblemente, también para la guerra. Se deformaban el cráneo.

Según los restos encontrados en Chavín demuestran que tuvieron un sistema religioso uniforme y con sacerdocio jerarquizado. Este culto alcanzó un alto desarrollo, el mismo que se extendió por todos los lugares donde llegó su influencia.

El ídolo mayor de este Templo es llamado Lanzón de Chavín, aunque hubo muchos otros ídolos de divinidades chavinenses, que han desaparecido casi en su totalidad, víctimas de huaicos y terremotos.

TEMPLO NUEVO DE CHAVÍN DE HUANTAR

El Templo Nuevo tiene su núcleo principal en una inmensa plataforma tronco-piramidal, que es el Templo Mayor, que se formó a partir de varios agregados al ala sur del Viejo Templo.

El edificio estaba totalmente rodeado por una cornisa de piedras que tenían imágenes de aves, serpientes y felinos, grabadas en sus lados visibles, y que estaban inmediatamente encima de unas cabezas antropomorfas esculpidas en piedra y adheridas al muro a las que conocemos como «cabezas clavas». Todo eso a unos 12 m. encima del piso, en la zona donde eran visibles unas finas piedras labradas que servían de enchape cara-vista del templo.

El Templo Nuevo tenía un pórtico espectacular, al que se accedía mediante una secuencia de escalinatas que venían prácticamente desde el río.

El pórtico estaba formado por dos columnas de piedras negras cilíndricas y totalmente grabadas con imágenes de águilas humanizadas, que sostenían un dintel voladizo formado por al menos tres lozas, que asuvez, tenían grabadas las imágenes de 7 falcónidas de perfil, de un lado, y probablemente otras 7 convergiendo desde el lado opuesto. El pórtico estaba flanqueado por un zócalo de unos dos metros de alto, formado por lozas de piedra clara hacia el sur, y de piedra oscura hacia el norte.

LITOESCULTURA

Obelisco Tello:  Mide 2,52m. de alto y 0,32 de ancho. Lo halló Trinidad Alfaro en 1908 y lo trajo a Lima en 1919. Está finalmente labrado por sus cuatro lados. Muestra el personaje mítico ya descrito desdoblado lateralmente en aparente simetría, con atributos sutilmente variados en cada lado. Predominan en el diseño del personaje mágico-religioso formas entrelazadas de aves de rapiña.

Estela Raimondi:  Mide 1,95m. de alto y 0,74 de espesor. Fue descubierta por un campesino del lugar en el siglo XIX y llevada a Lima por Antonio Raimondi en 1873. Se estima que estuvo ubicada en la esquina suroeste de la Plaza Cuadrada. Muestra al personaje mítico ya conocido (dios del báculo), de pie y visto de frente, con numerosos apéndices ofidiformes en la cabeza y la espalda, con garras, colmillos y alas, y con bastones de mando que además son serpientes.

Lanzón Monolítico:  Es un macizo monolito de 4,54 m. de altura que permanece en su emplazamiento original subterráneo, en la galería del llamado Templo Viejo. Está labrado por sus cuatro costados. Semeja un proyectil o estólica de tamaño gigante. Lo llamó lanzón el estudioso José Toribio Polo en el siglo XIV. Representa al personaje mítico máximo de esta escultura, con cabellera ofidimorfa, dedos con garra de felino, alas con cabezas de serpiente y rostro fiero con atributos felinos. Lleva aretes, pectoral y túnica flecada, pero no porta cetros.

CABEZAS CLAVAS

Los muros exteriores del Templo de Chavín estaban adornados con esas cabezas de piedra que, incrustadas en las paredes, representaban caras probablemente con pintura facial y en todo caso con influencias felínicas.  Tello las creyó imitaciones simbólicas de cráneos degollados de los enemigos vencidos, aduciendo que tal costumbre estaba muy cimentada entre los cazadores de la Amazonía.

Se trataría pues de cabezas trofeo reproducidas en piedra a modo de remota influencia dela selva. Los arqueólogos las han llamado así, debido a que por la parte de la nuca tienen una prolongación a manera de clavo que las inserta en el muro.

Todas son antropomorfas, zoomorfas o mitológicas, estiizadas y con propensión a retratar características felínicas.